Toundra – III (2012)

Como en todo género musical que nos gusta, hay canciones que nos atraen más que otras y álbumes que podemos poner muchas veces sin que nos aburran. Este es el caso de III de Toundra, una banda formada en Madrid, España. Es una de esas creaciones en las que todo funciona, las piezas encajan correctamente y nos entusiasmamos cuando estamos a punto de darle play al reproductor en anticipación a lo que sabemos es una experiencia sublime. Aquí encontramos un post-rock con fuertes influencias progresivas y muchos cambios dentro de todas las canciones. Es una serie de sorpresas que satisfacen plenamente a nuestros oídos. Al buen estilo de la música progresiva, hacen falta múltiples escuchas para realmente extraer todo lo que este complejo álbum aloja. Por eso mismo, se puede apreciar este álbum desde el enfoque del post-rock y también desde el ángulo del metal progresivo.

III está firmemente plantado en el espectro más pesado del post-rock, con energía de sobra. Desde el comienzo se evidencia el cuidado con el que cada canción ha sido compuesta. Todo tiene su lugar. Cada nota está donde le corresponde como si estuvieran siguiendo al pie de la letra un plan previamente estudiado. Sin embargo, la música es sincera, orgánica y fluye con una facilidad exquisita.

Dentro hay muchas ideas, todas son exploradas y juegan musicalmente con cada una de ellas. Suelen empezar ligeramente y sin mayor adorno para luego empezar a ir uniendo más elementos hasta que la idea queda completamente realizada.

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Esteban Girón, Alberto Tocados, Álex Pérez y Macón (David Maca) integran Toundra.

Es de admirar el cuidado que han tenido para escribir cada canción. Todo tiene su lugar. Cada instrumento toca su parte y se complementan mutuamente. Suenan con una claridad que permite apreciarlos individualmente o en conjunto y todos son igual de importantes.

Ara Caeli recuerda a Sirius de The Alan Parsons Project luego de haber pasado un proceso de metalizado. Es dura y transmite una solemnidad muy de frente. Especialmente cuando más adelante nos da otra faceta introduciendo instrumentos de cuerda. Cerca del final podemos imaginarnos al peregrino que ha ido a dejar su ofrenda al Altar del Cielo, que da nombre a la pieza, retirarse luego de que esta es recibida.

Cielo negro saluda con un bajo retumbante que presagia la tormenta que se está fraguando.  Esta se desata y casi sentimos el viento soplando fuerte contra las hojas de los árboles mientras las gruesas gotas de lluvia caen en diagonal empapando todo lo que tocan. Relámpagos y truenos están presentes hasta que la tempestad cede, pero no sin aumentar su intensidad primero. Una canción atmosférica, literal y figurativamente.

Requiem podría pertenecer a la banda sonora de un western. Empieza con una guitarra acústica a la que se le unen otros instrumentos de cuerda hasta que ya en el clímax entra de lleno la banda y carga de energía esta canción que transmite un lamento que va de la mano con su nombre.

Marte desata su furia. Tiene un segmento más tranquilo luego del explosivo comienzo que nos recuerda que Marte era el dios de la guerra en la mitología romana. Hay un característico diálogo entre las guitarras y el bajo, que musicalmente mantienen una conversación. Uno pregunta y el otro le responde. El posible intercambio entre Marte y un adversario.

Lilim te seduce con el riff principal luego de pasado un minuto y da pasos lentos hasta que explota con toda la fuerza. Más adelante comienza una parte más dulce y melódica en preparación para el brillante bombardeo que nos acerca al final de la canción, no sin antes explorar otras elucubraciones melódicas muy fieles al post-rock. El final es épico y nos entrega otra escalada en volumen que anuncia lo que se siente será un acabar explosivo.

Espírita nos lleva a un mundo nocturno donde podemos sentir espíritus. Están dentro de un bosque y conversan con nosotros usando un lenguaje gestual y luminoso que cualquiera puede entender. Un ritual ha comenzado, los tambores hacen que nos concentremos en lo que va a ocurrir, resuenan retumbantes hasta que el bajo nos toma de la mano para dar el último paso, los humanos responden con un ¡hey! La unión está completa. Luego de unos momentos, así como aparecieron, se van junto con la música.

Antonio Chico 2018

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